jueves, 3 de diciembre de 2009

ADVIENTO Y NAVIDAD

Estimado (a) alumn(a): el presente tema, correspondiente al adviento y a la navidad trae como medio de reflexión, aparte de contenido doctrinal, cinco videos que espero sepas valorar para dar el verdadero sentido a este tiempo litúrgico. Obsérvalos atentamente y en los momentos de oración, hazlo también junto con el video. Posterior a esto escribe en la casilla de comentarios cómo quisieras vivir esta navidad y a qué te comprometes como verdadero cristiano en este tiempo de Adviento y Navidad. En clase se te dirá cómo complementar esta experiencia.

ADVIENTO

BIENVENIDO SEÑOR JESÚS.

Se acerca Navidad y las calles se van llenando de luces de colores, muñecos de “nieve”, Papa Noeles e incontables ofertas en las tiendas y mercados. El dinero nos preocupa y estamos seguros de que sin él, la Navidad será terrible. Pero nos olvidamos de algo: ¿Navidad no es celebrar el nacimiento de Jesús? Para eso estamos aquí hoy, para aprender a prepararnos ante la inminente llegada del Señor Jesús.
La Iglesia dedica un tiempo especial de preparación para la llegada de Cristo. Este tiempo se llama Adviento. El Adviento es el tiempo litúrgico en el que nos alistamos porque Cristo llega. Desde las vísperas del domingo 30 de noviembre o el más cercano a él hasta las primeras vísperas de Navidad, reflexionamos entorno a Cristo que llega a nuestras vidas, a nuestros corazones y a nuestro mundo.

ADVIENTO DEL CORAZÓN

Jesús no llega a los corazones que no quieren ser distintos. Por ello, el Adviento es un tiempo para dialogar con nuestras familias, nuestros padres, hijos y hermanos, de conocerlos más para amarlos más. También es un tiempo para la oración, para la meditación en familia. La Biblia está llena de maravillosos textos que nos hacen reflexionar sobre el amor, la paciencia, el perdón, la solidaridad, la justicia y todo lo que nos predica Jesús. Es tiempo de revisarla.
El Adviento es un excelente tiempo para quitar los rencores del corazón, aprender y salir con mayor fe y esperanza a la vida.¿Por qué mantener esas tristezas en el corazón que no hacen más que hundirnos en depresiones y frustraciones sabiendo que podemos perdonar y superarnos? ¿Por qué sentir envidia de los otros sin alegrarnos y ser felices con lo que tenemos? Ver a la vida con alegría, con el amor que Dios nos da, es la mejor forma de caminar. ¿Por qué no lo intentamos?
Eso es el Adviento, alistar nuestros corazones para que Cristo entre en ellos. Pedirle que llegue, pero no como algo mágico, sino como parte de una verdadera propuesta de cambio en nuestra forma de vivir.
Estamos seguros que si fluyen estos sentimientos de amor, humildad y alegría, podremos salir adelante con nuestros problemas, siempre con Jesús a nuestro lado. Así, ganaremos mucho más que cualquier regalo en el mundo, lograremos vencer la tristeza, el egoísmo, nuestra timidez y nostalgia y saldremos a recibir a Cristo con un corazón dispuesto a vivir con él toda la vida.

CRISTO LLEGA AL MUNDO

Adviento también es prepararnos para celebrar la llegada de Cristo al mundo. Si nos ponemos a pensar qué significó la llegada de Jesús (y lo que significa hasta ahora), valoraríamos más este tiempo y la importancia de nuestra tarea como cristianos.
La llegada del Hijo de Dios fue un acontecimiento inmenso, preparado con siglos de anticipación. No fue un episodio común. El mundo se vio iluminado y bendecido cuando Dios, su creador, se hizo hombre.
Imaginemos el momento: Vivimos en un ambiente muy religioso; somos parte de un pueblo que espera desde hace siglos la llegada del Mesías, de su Salvador. Esta llegada es anunciada por antiguos profetas; uno de ellos, anuncia que el Salvador nacerá de una mujer Virgen.
De pronto, en un pueblo minúsculo y pobre, una muchacha ha recibido un mensaje a través de un Ángel llamado Gabriel. Esta sencilla y obediente mujer no hace más que ofrecerse como servidora y agradecer al Señor porque su Hijo vendrá a través de su vientre. Una serie de promesas escritas en la historia empiezan a cumplirse y todo va dándose como se predijo en la antiguedad. Ya llega el Salvador.
Como vemos, no es simplemente pasar el tiempo esperando la Navidad. El Adviento es un espacio para pensar y para ser partícipes de la llegada del Señor.
Hay diversas formas de reflexionar sobre esto: Símbolos como la Corona de Adviento, lecturas Bíblicas sobre la historia del nacimiento de Jesús, las oraciones leccionarias, los pesebres (encantadora tradición iniciada por San Francisco de Asís), etc. Hay muchas maneras. Escoge la tuya.
Prepárate, porque ya se acerca. ¡Bienvenido!, ¡Bienvenido Señor Jesús!, ¡Mi corazón está dispuesto y listo para ti!

NAVIDAD

La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna.

La Navidad, a pesar de ser una fiesta cristiana, se ha popularizado en todo el mundo. Efectivamente, hasta los no creyentes celebran "las fiestas de diciembre", como se les dicen. Los regalos, los pinos adornados y los Santa Claus abundan en esta época y el gasto familiar se eleva a las nubes.

Por desgracia, el verdadero sentido de celebrar el nacimiento de Cristo se ha transformado en un mero intercambio de regalos, tal como lo hacían los paganos griegos y romanos para las fiestas de la Saturnalia, es decir, el inicio del invierno.

Un poco de historia

Emmanuel significa Dios con nosotros. La celebración de la Navidad nos recuerda que Dios no está lejos, sino muy cerca de nosotros. En Navidad, celebramos al Niño Jesús que es Hijo de Dios. En Él, Dios nos mostró su rostro humano, para salvarnos y amarnos desde la tierra.Jesús es el Hijo unigénito de Dios, imagen perfecta del Padre, lleno de gracia y de verdad.

¿Qué nos enseña la Navidad?

La celebración de la Navidad es un momento privilegiado para meditar en el texto evangélico de San Lucas 2, 1-20, en donde se narra con detalle el Nacimiento de Cristo.

Podemos reflexionar las virtudes que encontramos en los diferentes personajes involucrados y luego, aplicarlas a nuestra vida:

María nos enseña a ser humildes, a aceptar la voluntad de Dios, a vivir cerca de Dios por medio de la oración, a obedecer a Dios y a creer en Dios.

José nos enseña a escuchar a Dios y hacer lo que Él nos diga en nuestra vida, aunque no lo entendamos y a confiar en Dios.

Jesús nos enseña la sencillez. A Dios le gusta que seamos sencillos, que no nos importen tanto las cosas materiales. Jesús, a pesar de ser el Salvador del mundo, nació en la pobreza.

Los pastores nos enseñan que la verdadera alegría es la que viene de Dios. Ellos tenían un corazón que supo alegrarse con el gran acontecimiento del nacimiento de Cristo.

El 25 de diciembre se celebra la Navidad. Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo y enseñarnos el camino para la vida eterna.

Jesucristo es luz, amor, perdón y alegría para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

La Sagrada Familia nos da ejemplo de la aceptación de la Voluntad de Dios, viviendo con sencillez, humildad y alegría el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Dignidad Humana

Estimado (a) alumno (a):

Lee el siguiente tema, tomado del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, y al final, luego de haberlo analizado, escribe tu comentario sobre él y a continuación, debajo de tu comentario, escribe tu compromiso personal en defensa de la dignidad.

EL RESPETO DE LA DIGNIDAD HUMANA

132 Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada: « El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario ».246 El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de « considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente ».247 Es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la conciencia del primado de cada ser humano.248
133 En ningún caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo, que puede realizar plena y definitivamente sólo en Dios y en su proyecto salvífico: el hombre, en efecto, en su interioridad, trasciende el universo y es la única criatura que Dios ha amado por sí misma.249 Por esta razón, ni su vida, ni el desarrollo de su pensamiento, ni sus bienes, ni cuantos comparten sus vicisitudes personales y familiares pueden ser sometidos a injustas restricciones en el ejercicio de sus derechos y de su libertad.
La persona no puede estar finalizada a proyectos de carácter económico, social o político, impuestos por autoridad alguna, ni siquiera en nombre del presunto progreso de la comunidad civil en su conjunto o de otras personas, en el presente o en el futuro. Es necesario, por tanto, que las autoridades públicas vigilen con atención para que una restricción de la libertad o cualquier otra carga impuesta a la actuación de las personas no lesione jamás la dignidad personal y garantice el efectivo ejercicio de los derechos humanos. Todo esto, una vez más, se funda sobre la visión del hombre como persona, es decir, como sujeto activo y responsable del propio proceso de crecimiento, junto con la comunidad de la que forma parte.
134 Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un cambio decidido de la conducta personal. No será posible jamás una auténtica moralización de la vida social si no es a partir de las personas y en referencia a ellas: en efecto, « el ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana ».250 A las personas compete, evidentemente, el desarrollo de las actitudes morales, fundamentales en toda convivencia verdaderamente humana (justicia, honradez, veracidad, etc.), que de ninguna manera se puede esperar de otros o delegar en las instituciones. A todos, particularmente a quienes de diversas maneras están investidos de responsabilidad política, jurídica o profesional frente a los demás, corresponde ser conciencia vigilante de la sociedad y primeros testigos de una convivencia civil y digna del hombre.

LA IGUAL DIGNIDAD DE TODAS LAS PERSONAS

144 « Dios no hace acepción de personas » (Hch 10,34; cf. Rm 2,11; Ga 2,6; Ef 6,9), porque todos los hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y semejanza.281 La Encarnación del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuanto a dignidad: « Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús » (Ga 3,28; cf. Rm 10,12; 1 Co 12,13; Col 3,11).
Puesto que en el rostro de cada hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la dignidad de todo hombre ante Dios es el fundamento de la dignidad del hombre ante los demás hombres.282 Esto es, además, el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los hombres, independientemente de su raza, Nación, sexo, origen, cultura y clase.
145 Sólo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todos (cf. St 2,19). Para favorecer un crecimiento semejante es necesario, en particular, apoyar a los últimos, asegurar efectivamente condiciones de igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer, garantizar una igualdad objetiva entre las diversas clases sociales ante la ley.283
También en las relaciones entre pueblos y Estados, las condiciones de equidad y paridad son el presupuesto para un progreso auténtico de la comunidad internacional.284 No obstante los avances en esta dirección, es necesario no olvidar que aún existen demasiadas desigualdades y formas de dependencia.285
A la igualdad en el reconocimiento de la dignidad de cada hombre y de cada pueblo, debe corresponder la conciencia de que la dignidad humana sólo podrá ser custodiada y promovida de forma comunitaria, por parte de toda la humanidad. Sólo con la acción concorde de los hombres y de los pueblos sinceramente interesados en el bien de todos los demás, se puede alcanzar una auténtica fraternidad universal; 286 por el contrario, la permanencia de condiciones de gravísima disparidad y desigualdad empobrece a todos.
146 « Masculino » y « femenino » diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo, no poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una armoniosa convivencia humana: « La condición para asegurar la justa presencia de la mujer en la Iglesia y en la sociedad es una más penetrante y cuidadosa consideración de los fundamentos antropológicos de la condición masculina y femenina, destinada a precisar la identidad personal propia de la mujer en su relación de diversidad y de recíproca complementariedad con el hombre, no sólo por lo que se refiere a los papeles a asumir y las funciones a desempeñar, sino también y más profundamente, por lo que se refiere a su significado personal ».287
147 La mujer es el complemento del hombre, como el hombre lo es de la mujer: mujer y hombre se completan mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo « masculino » y lo « femenino » se realiza plenamente lo « humano ». Es la « unidad de los dos »,288 es decir, una « unidualidad » relacional, que permite a cada uno experimentar la relación interpersonal y recíproca como un don que es, al mismo tiempo, una misión: « A esta “unidad de los dos” Dios les confía no sólo la opera de la procreación y la vida de la familia, sino la construcción misma de la historia ».289 « La mujer es “ayuda” para el hombre, como el hombre es “ayuda” para la mujer »: 290 en su encuentro se realiza una concepción unitaria de la persona humana, basada no en la lógica del egocentrismo y de la autoafirmación, sino en la del amor y la solidaridad.
148 Las personas minusválidas son sujetos plenamente humanos, titulares de derechos y deberes: « A pesar de las limitaciones y los sufrimientos grabados en sus cuerpos y en sus facultades, ponen más de relieve la dignidad y grandeza del hombre ».291 Puesto que la persona minusválida es un sujeto con todos sus derechos, ha de ser ayudada a participar en la vida familiar y social en todas las dimensiones y en todos los niveles accesibles a sus posibilidades.
Es necesario promover con medidas eficaces y apropiadas los derechos de la persona minusválida. « Sería radicalmente indigno del hombre y negación de la común humanidad admitir en la vida de la sociedad, y, por consiguiente, en el trabajo, únicamente a los miembros plenamente funcionales, porque obrando así se caería en una grave forma de discriminación: la de los fuertes y sanos contra los débiles y enfermos ».292 Se debe prestar gran atención no sólo a las condiciones de trabajo físicas y psicológicas, a la justa remuneración, a la posibilidad de promoción y a la eliminación de los diversos obstáculos, sino también a las dimensiones afectivas y sexuales de la persona minusválida: « También ella necesita amar y ser amada; necesita ternura, cercanía, intimidad »,293 según sus propias posibilidades y en el respeto del orden moral que es el mismo, tanto para los sanos, como para aquellos que tienen alguna discapacidad.

lunes, 13 de julio de 2009

MATRIMONIO Y ORDEN SACERDOTAL

LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO
DE
LA COMUNIÓN Y
DE LA MISIÓN

321. ¿Cuáles son los sacramentos al servicio de la comunión y de la misión?

1533-1535

Dos sacramentos, el Orden y el Matrimonio, confieren una gracia especial para una misión particular en la Iglesia, al servicio de la edificación del pueblo de Dios. Contribuyen especialmente a la comunión eclesial y a la salvación de los demás.

EL SACRAMENTO DEL ORDEN

322. ¿Qué es el sacramento del Orden?

1536

El sacramento del Orden es aquel mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

323. ¿Por qué se llama sacramento del Orden?

1537-1538

Orden indica un cuerpo eclesial, del que se entra a formar parte mediante una especial consagración (Ordenación), que, por un don singular del Espíritu Santo, permite ejercer una potestad sagrada al servicio del Pueblo de Dios en nombre y con la autoridad de Cristo.

324. ¿Cómo se sitúa el sacramento del Orden en el designio divino de la salvación?

1539-1546
1590-1591

En la Antigua Alianza el sacramento del Orden fue prefigurado por el servicio de los levitas, el sacerdocio de Aarón y la institución de los setenta «ancianos» (Nm 11, 25). Estas prefiguraciones se cumplen en Cristo Jesús, quien, mediante su sacrificio en la cruz, es «el único [.....] mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2, 5), el «Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec» (Hb 5,10). El único sacerdocio de Cristo se hace presente por el sacerdocio ministerial.

«Sólo Cristo es el verdadero sacerdote; los demás son ministros suyos»
(Santo Tomás de Aquino).

325. ¿De cuántos grados se compone el sacramento del Orden?

1554
1593

El sacramento del Orden se compone de tres grados, que son insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.

326. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación episcopal?

1557-1558
1594

La Ordenación episcopal da la plenitud del sacramento del Orden, hace al Obispo legítimo sucesor de los Apóstoles, lo constituye miembro del Colegio episcopal, compartiendo con el Papa y los demás obispos la solicitud por todas las Iglesias, y le confiere los oficios de enseñar, santificar y gobernar.

327. ¿Cuál es el oficio del obispo en la Iglesia particular que se le ha confiado?

1560-1561

El obispo, a quien se confía una Iglesia particular, es el principio visible y el fundamento de la unidad de esa Iglesia, en la cual desempeña, como vicario de Cristo, el oficio pastoral, ayudado por sus presbíteros y diáconos.

328. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación presbiteral?

1562-1567
1595

La unción del Espíritu marca al presbítero con un carácter espiritual indeleble, lo configura a Cristo sacerdote y lo hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza. Como cooperador del Orden episcopal, es consagrado para predicar el Evangelio, celebrar el culto divino, sobre todo la Eucaristía, de la que saca fuerza todo su ministerio, y ser pastor de los fieles.

329. ¿Cómo ejerce el presbítero su ministerio?

1568

Aunque haya sido ordenado para una misión universal, el presbítero la ejerce en una Iglesia particular, en fraternidad sacramental con los demás presbíteros que forman el «presbiterio» y que, en comunión con el obispo y en dependencia de él, tienen la responsabilidad de la Iglesia particular.

330. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación diaconal?

1569-1574
1596

El diácono, configurado con Cristo siervo de todos, es ordenado para el servicio de la Iglesia, y lo cumple bajo la autoridad de su obispo, en el ministerio de la Palabra, el culto divino, la guía pastoral y la caridad.

331. ¿Cómo se celebra el sacramento del Orden?

1572-1574
1597

En cada uno de sus tres grados, el sacramento del Orden se confiere mediante la imposición de las manos sobre la cabeza del ordenando por parte del obispo, quien pronuncia la solemne oración consagratoria. Con ella, el obispo pide a Dios para el ordenando una especial efusión del Espíritu Santo y de sus dones, en orden al ejercicio de su ministerio.

332. ¿Quién puede conferir este sacramento?

1575-1576
1600

Corresponde a los obispos válidamente ordenados, en cuanto sucesores de los Apóstoles, conferir los tres grados del sacramento del Orden.

333. ¿Quién puede recibir este sacramento?

1577-1578
1598

Sólo el varón bautizado puede recibir válidamente el sacramento del Orden. La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisión del mismo Señor. Nadie puede exigir la recepción del sacramento del Orden, sino que debe ser considerado apto para el ministerio por la autoridad de la Iglesia.

334. ¿Se exige el celibato para recibir el sacramento del Orden?

1579-1580
1599

Para el episcopado se exige siempre el celibato. Para el presbiterado, en la Iglesia latina, son ordinariamente elegidos hombres creyentes que viven como célibes y tienen la voluntad de guardar el celibato «por el reino de los cielos» (Mt 19, 12); en las Iglesias orientales no está permitido contraer matrimonio después de haber recibido la ordenación. Al diaconado permanente pueden acceder también hombres casados.

335. ¿Qué efectos produce el sacramento del Orden?

1581-1589
1592

El sacramento del Orden otorga una efusión especial del Espíritu Santo, que configura con Cristo al ordenado en su triple función de Sacerdote, Profeta y Rey, según los respectivos grados del sacramento. La ordenación confiere un carácter espiritual indeleble: por eso no puede repetirse ni conferirse por un tiempo determinado.

336. ¿Con qué autoridad se ejerce el sacerdocio ministerial?

1547-1553
1592

Los sacerdotes ordenados, en el ejercicio del ministerio sagrado, no hablan ni actúan por su propia autoridad, ni tampoco por mandato o delegación de la comunidad, sino en la Persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia. Por tanto, el sacerdocio ministerial se diferencia esencialmente, y no sólo en grado, del sacerdocio común de los fieles, al servicio del cual lo instituyó Cristo.

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

337. ¿Cuál es el designio de Dios sobre el hombre y la mujer?

1601-1605

Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6). Al bendecirlos, Dios les dijo: «Creced y multiplicaos» (Gn 1, 28).

338. ¿Con qué fines ha instituido Dios el Matrimonio?

1659-1660

La alianza matrimonial del hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los cónyuges, y a la procreación y educación de los hijos. Jesús enseña que, según el designio original divino, la unión matrimonial es indisoluble: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10, 9).

339. ¿De qué modo el pecado amenaza al Matrimonio?

1606-1608

A causa del primer pecado, que ha provocado también la ruptura de la comunión del hombre y de la mujer, donada por el Creador, la unión matrimonial está muy frecuentemente amenazada por la discordia y la infidelidad. Sin embargo, Dios, en su infinita misericordia, da al hombre y a la mujer su gracia para realizar la unión de sus vidas según el designio divino original.

340. ¿Qué enseña el Antiguo Testamento sobre el Matrimonio?

1609-1611

Dios ayuda a su pueblo a madurar progresivamente en la conciencia de la unidad e indisolubilidad del Matrimonio, sobre todo mediante la pedagogía de la Ley y los Profetas. La alianza nupcial entre Dios e Israel prepara y prefigura la Alianza nueva realizada por el Hijo de Dios, Jesucristo, con su esposa, la Iglesia.

341. ¿Qué novedad aporta Cristo al Matrimonio?

1612-1617
1661

Jesucristo no sólo restablece el orden original del Matrimonio querido por Dios, sino que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento, que es el signo del amor esponsal hacia la Iglesia: «Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo ama a la Iglesia» (Ef 5, 25)

342. ¿Es el Matrimonio una obligación para todos?

1618-1620

El Matrimonio no es una obligación para todos. En particular, Dios llama a algunos hombres y mujeres a seguir a Jesús por el camino de la virginidad o del celibato por el Reino de los cielos; éstos renuncian al gran bien del Matrimonio para ocupase de las cosas del Señor tratando de agradarle, y se convierten en signo de la primacía absoluta del amor de Cristo y de la ardiente esperanza de su vuelta gloriosa.

343. ¿Cómo se celebra el sacramento del Matrimonio?

1621-1624
1663

Dado que el Matrimonio constituye a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, su celebración litúrgica es pública, en presencia del sacerdote (o de un testigo cualificado de la Iglesia) y de otros testigos.

344. ¿Qué es el consentimiento matrimonial?

1625-1632
1662-1663

El consentimiento matrimonial es la voluntad, expresada por un hombre y una mujer, de entregarse mutua y definitivamente, con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo. Puesto que el consentimiento hace el Matrimonio, resulta indispensable e insustituible. Para que el Matrimonio sea válido el consentimiento debe tener como objeto el verdadero Matrimonio, y ser un acto humano, consciente y libre, no determinado por la violencia o la coacción.

345. ¿Qué se exige cuando uno de los esposos no es católico?

1633-1637

Para ser lícitos, los matrimonios mixtos (entre católico y bautizado no católico) necesitan la licencia de la autoridad eclesiástica. Los matrimonios con disparidad de culto (entre un católico y un no bautizado), para ser válidos necesitan una dispensa. En todo caso, es esencial que los cónyuges no excluyan la aceptación de los fines y las propiedades esenciales del Matrimonio, y que el cónyuge católico confirme el compromiso, conocido también por el otro cónyuge, de conservar la fe y asegurar el Bautismo y la educación católica de los hijos.

346. ¿Cuáles son los efectos del sacramento del Matrimonio?

1638-1642

El sacramento del Matrimonio crea entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo. Dios mismo ratifica el consentimiento de los esposos. Por tanto, el Matrimonio rato y consumado entre bautizados no podrá ser nunca disuelto. Por otra parte, este sacramento confiere a los esposos la gracia necesaria para alcanzar la santidad en la vida conyugal y acoger y educar responsablemente a los hijos.

347. ¿Cuáles son los pecados gravemente contrarios al sacramento del Matrimonio?

1645-1648

Los pecados gravemente contrarios al sacramento del Matrimonio son los siguientes: el adulterio, la poligamia, en cuanto contradice la idéntica dignidad entre el hombre y la mujer y la unidad y exclusividad del amor conyugal; el rechazo de la fecundidad, que priva a la vida conyugal del don de los hijos; y el divorcio, que contradice la indisolubilidad.

348. ¿Cuándo admite la Iglesia la separación física de los esposos?

1629
1649

La Iglesia admite la separación física de los esposos cuando la cohabitación entre ellos se ha hecho, por diversas razones, prácticamente imposible, aunque procura su reconciliación. Pero éstos, mientras viva el otro cónyuge, no son libres para contraer una nueva unión, a menos que el matrimonio entre ellos sea nulo y, como tal, declarado por la autoridad eclesiástica.

349. ¿Cuál es la actitud de la Iglesia hacia los divorciados vueltos a casar?

1650-1651

Fiel al Señor, la Iglesia no puede reconocer como matrimonio la unión de divorciados vueltos a casar civilmente. «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio» (Mc 10, 11-12). Hacia ellos la Iglesia muestra una atenta solicitud, invitándoles a una vida de fe, a la oración, a las obras de caridad y a la educación cristiana de los hijos; pero no pueden recibir la absolución sacramental, acercarse a la comunión eucarística ni ejercer ciertas responsabilidades eclesiales, mientras dure tal situación, que contrasta objetivamente con la ley de Dios.

350. ¿Por qué la familia cristiana es llamada Iglesia doméstica?

1655-1658 1666

La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Cada miembro, según su propio papel, ejerce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas y lugar del primer anuncio de la fe a los hijos.

jueves, 2 de julio de 2009

Fe, Ciencia y Cultura

Lee este artículo publicado por Aceprensa, en el año 2003 y que nos habla de la Encíclica "Fides et Ratio" (Fe y Razón), hazlo detenidamente, reflexiona al respecto y luego presenta un ensayo sobre el tema.

miércoles, 26 de febrero de 2003
Aceprensa

(Aceprensa 142/98) "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad". Esta frase, con la que se inicia la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II, es una síntesis de su contenido central: la cuestión de la verdad, que es la cuestión fundamental de la vida y la historia de la humanidad. Juan Pablo II defiende la capacidad de la razón humana para conocer la verdad, y pide que la fe y la filosofía vuelvan a encontrar su unidad profunda.



Al margen de las diferencias de cultura, raza o religión, todo hombre se plantea los mismos interrogantes sobre su propia identidad, su origen, su destino, la existencia del mal, el enigma que sigue a la muerte. Es decir, busca una verdad última que dé sentido a su vida. Para buena parte de la mentalidad actual, sin embargo, se trata de una búsqueda inútil, pues el hombre sería incapaz de alcanzar esa verdad.

Es este el punto de partida que ha dado origen a la decimotercera encíclica de Juan Pablo II, que fue publicada el 15 de octubre. El Papa quiere salir al paso de esta situación cultural que ha plasmado un modo de pensar según el cual todo es opinión: la verdad sería el resultado del consenso. Es un clima de incertidumbre que afecta a todos, pero son las nuevas generaciones quienes están más expuestas: carecen de puntos de referencia, o se les ofrecen "propuestas que elevan lo efímero a rango de valor". Por todo ello, la Iglesia "quiere afirmar la necesidad de reflexionar sobre la verdad".



Atreverse con las preguntas radicales

Entre los muchos medios que el hombre tiene para progresar en el conocimiento de la verdad destaca la filosofía. "La filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el hombre empezó a interrogarse sobre el porqué de las cosas y su finalidad". Pero, en los últimos tiempos, la filosofía, "en lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar sus límites y condicionamientos".

"Han surgido en el hombre contemporáneo, y no sólo entre los filósofos, actitudes de difusa desconfianza respecto de los grandes recursos cognoscitivos del ser humano. Con falsa modestia, se conforman con verdades parciales y provisionales, sin intentar hacer preguntas radicales sobre el sentido y fundamento último de la vida humana, personal y social".

Juan Pablo II plantea un problema que suscitará un eco entre los hombres de cultura: ¿por qué diversos movimientos filosóficos contemporáneos insisten en subrayar la debilidad de la razón, impidiéndole de hecho ser ella misma, difundiendo así un escepticismo generalizado? Si con la Veritatis splendor el Papa quiso llamar la atención sobre algunas verdades de orden moral que habían sido mal interpretadas, con Fides et ratio quiere referirse a la "verdad misma" y su "fundamento" en relación con la fe. La Iglesia, afirma, "considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar en la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen".

Así pues, ciento veinte años después de la encíclica Aeterni Patris de León XIII (1879), Fides et ratio propone nuevamente el tema de la relación entre fe y razón, y hace ver las consecuencias negativas de la separación entre ambas. El Papa dice que, aunque parezca paradójico, la razón encuentra su apoyo más precioso en la fe, mientras que la fe cristiana, por su parte, tiene necesidad de una razón que se fundamente en la verdad para justificar la plena libertad de sus actos.



El conocimiento que viene de la fe

El primer capítulo presenta la Revelación como conocimiento que Dios mismo ofrece al hombre. Recuerda que, "además del conocimiento propio de la razón humana, capaz por su naturaleza de llegar hasta el Creador, existe un conocimiento que es peculiar de la fe". Son dos verdades que no se confunden, ni una hace superflua a la otra. La Revelación, al expresar el misterio, impulsa a la razón a intuir unas razones que ella misma no puede pretender agotar, sino sólo acoger.

Además, fuera de esta perspectiva, el misterio de la existencia humana resulta un enigma insoluble. "¿Dónde podría el hombre buscar la respuesta a las cuestiones dramáticas como el dolor, el sufrimiento de los inocentes y la muerte, si no en la luz que brota del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo?".

En el segundo capítulo se pone de relieve que la peculiaridad que distingue el texto bíblico consiste en la convicción de que hay una profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe. Se demuestra cómo el pensamiento bíblico, basado en esta unidad, había ya descubierto una vía maestra hacia el conocimiento de la verdad: la imposibilidad de prescindir del conocimiento ofrecido por Dios, si se quiere conocer plenamente el camino que todo hombre debe recorrer para responder a las preguntas fundamentales sobre la existencia.



Entender para creer

En el tercer capítulo, el Papa parte de la experiencia de que todo hombre desea saber, y de que la verdad es el objeto propio de ese deseo. El hombre, con su razón, que pregunta siempre y sobre todas las cosas, tiene la posibilidad de alcanzar la verdad sobre su existencia, una verdad que por su naturaleza es "universal", válida para todos y para siempre, y "absoluta", es decir, definitiva: "las hipótesis pueden ser fascinantes, pero no satisfacen".

El hombre busca la verdad, pero "esta búsqueda no está destinada sólo a la conquista de verdades parciales, fácticas o científicas. Su búsqueda tiende hacia una verdad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida; por eso es una búsqueda que no puede encontrar respuesta más que en el absoluto". Esta verdad se logra no sólo por vía racional, sino también mediante la confianza en el testimonio de los otros, lo cual forma parte de la existencia normal de una persona: "En la vida de un hombre, las verdades simplemente creídas son mucho más numerosas que las adquiridas mediante la constatación personal".



La inteligencia de la fe

Como "la verdad que nos llega por la Revelación es, al mismo tiempo, una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón", es muy importante el papel de la filosofía. El capítulo cuarto realiza una síntesis histórica, filosófica y teológica de cómo el cristianismo entró en relación con el pensamiento filosófico antiguo. "Los primeros cristianos, para hacerse comprender por los paganos, no podían referirse sólo a 'Moisés y los Profetas'; debían también apoyarse en el conocimiento natural de Dios y en la voz de la conciencia moral de cada hombre".

Este capítulo presenta el ejemplo de los Padres de la Iglesia, los cuales, con la aportación de la riqueza de la fe, "fueron capaces de sacar a la luz plenamente lo que todavía permanecía implícito y propedéutico en el pensamiento de los grandes filósofos antiguos". En la Edad Media se pone el esfuerzo en encontrar las razones que permitan a todos entender los contenidos de la fe. De perenne actualidad es la aportación del pensamiento de santo Tomás de Aquino y su visión de una completa armonía entre la fe y la razón, basada en el principio de que "lo que es verdadero, quienquiera que lo haya dicho, viene del Espíritu Santo". "La fe no teme a la razón, sino que la busca y confía en ella".



Una falsa modestia

La llegada de la época moderna señala la progresiva separación entre la fe y la razón, con el consiguiente cambio del papel desempeñado por la filosofía: de sabiduría y saber universal se fue empequeñeciendo hasta considerarse una más de las tantas parcelas del saber humano. "Algunos filósofos, abandonando la búsqueda de la verdad por sí misma, han adoptado como único objetivo el lograr la certeza subjetiva o la utilidad práctica".

No es exagerado afirmar, dice el Papa, "que buena parte del pensamiento filosófico moderno se ha desarrollado alejándose progresivamente de la Revelación cristiana, hasta llegar a contraposiciones explícitas". Algunas de esas filosofías "desembocaron en sistemas totalitarios, traumáticos para toda la humanidad".

Al comprobar los efectos producidos por esta separación, se puede constatar que "tanto la fe como la razón se han empobrecido y debilitado una ante la otra. La razón, privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal".

El Papa va más lejos y subraya que es "ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición. Del mismo modo, una razón que no tenga ante sí una fe adulta no se siente motivada a dirigir la mirada hacia la novedad y radicalidad del ser".



La necesidad de la filosofía

En el capítulo quinto se mencionan diversos pronunciamientos del Magisterio sobre cuestiones filosóficas. Se parte de la idea de que "la Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía particular con menoscabo de otras", pero sí "tiene el deber de indicar lo que en un sistema filosófico puede ser incompatible con su fe". Está claro, además, que "ninguna forma histórica de filosofía puede legítimamente pretender abarcar toda la verdad, ni ser la explicación plena del ser humano, del mundo y de la relación del hombre con Dios".

Se recorren las censuras del Magisterio a propósito de doctrinas como el fideísmo, el tradicionalismo radical, el racionalismo. Son intervenciones que "se han ocupado no tanto de tesis filosóficas concretas, como de la necesidad del conocimiento racional y, por tanto, filosófico para la inteligencia de la fe". A pesar de que la Iglesia ha animado a la filosofía a recuperar su misión, el Papa constata "con sorpresa y pena" que incluso entre teólogos existe un desinterés por el estudio de la filosofía. De ahí que haya querido proponer algunos puntos de referencia "para instaurar una relación armoniosa y eficaz entre la filosofía y la teología".



Armonía entre filosofía y teología

El capítulo sexto, en consecuencia, está dedicado a las exigencias que las diversas disciplinas teológicas deben mantener en relación con el saber filosófico. La idea central es que sin la aportación de la filosofía no se podrían ilustrar determinados contenidos teológicos. El Papa precisa que el patrimonio filosófico asumido por la Iglesia tiene valor universal. "El hecho de que la misión evangelizadora haya encontrado en su camino primero a la filosofía griega, no significa en modo alguno que excluya otras aportaciones", pero -añade más adelante- "rechazar esta herencia sería ir en contra del designio providencial de Dios, que conduce a su Iglesia por los caminos del tiempo y de la historia".

El Papa se refiere concretamente a la inculturación de la fe en lugares, como la India, China, Japón, que cuentan con tradiciones religiosas y filosóficas muy antiguas. Corresponde a los cristianos de hoy "sacar de ese rico patrimonio los elementos compatibles con su fe de modo que enriquezcan el pensamiento cristiano". El documento señala algunos criterios para que el encuentro pueda ser fructífero, entre los que figura el tener presente la universalidad del espíritu humano, cuyas exigencias son idénticas en las culturas más diversas.

Juan Pablo II ve en el término "circularidad" la vía que conviene seguir en la relación entre fe y razón: "El punto de partida y la fuente original debe ser siempre la palabra de Dios revelada en la historia, mientras que el objetivo final no puede ser otro que la inteligencia de ésta, profundizada progresivamente a través de las generaciones. Por otra parte, ya que la palabra de Dios es Verdad, favorecerá su mejor comprensión la búsqueda humana de la verdad, o sea, el filosofar".

La gran fecundidad de esta vía se pone de manifiesto en tantos autores cristianos que han combinado una búsqueda filosófica y los datos de la fe. El Papa cita, a título de ejemplo, a J. H. Newman, A. Rosmini, J. Maritain, E. Gilson, E. Stein, V. Solovev, P. A. Florenskij, P.J. Caadaev, V. Losskij.



En busca del sentido

La revelación como el "punto de referencia y de confrontación" entre la filosofía y la fe es el tema del capítulo séptimo. La Sagrada Escritura contiene una serie de elementos que permiten obtener una visión del hombre y del mundo de gran valor filosófico. De ella se deduce que "la realidad que experimentamos no es el absoluto". La convicción fundamental de esta "filosofía" contenida en la Biblia es que "la vida humana y el mundo tienen un sentido y están orientados hacia su cumplimiento, que se realiza en Jesucristo".

Precisamente la "crisis de sentido" es uno de los elementos más importantes del pensamiento actual. La fragmentación del saber hace difícil una búsqueda de sentido. "En medio de esta baraúnda de datos y de hechos entre los que se vive y que parecen formar la trama misma de la existencia, muchos se preguntan si todavía tiene sentido plantearse la cuestión del sentido". La respuesta del Papa no puede ser más clara: "Deseo expresar firmemente la convicción de que el hombre es capaz de llegar a una visión unitaria y orgánica del saber. Este es uno de los cometidos que el pensamiento cristiano deberá afrontar a lo largo del próximo milenio de la era cristiana".

Una filosofía que no responda a la cuestión sobre el sentido corre el peligro de degradar la razón a funciones puramente instrumentales. "Para estar en consonancia con la palabra de Dios es necesario, ante todo, que la filosofía encuentre de nuevo su dimensión sapiencial de búsqueda del sentido último y global de la vida".



Verdad y libertad

Tomando pie en esos principios, la encíclica realiza un breve análisis que muestra los límites de algunos sistemas filosóficos contemporáneos que rechazan la instancia metafísica de una apertura perenne a la verdad. Eclecticismo, historicismo, cientifismo, pragmatismo y nihilismo son sistemas y formas de pensamiento que, al no estar abiertos a las exigencias fundamentales de la verdad, tampoco pueden ser asumidos como filosofías aptas para explicar la fe. "Una teología sin un horizonte metafísico no conseguirá ir más allá del análisis de la experiencia religiosa" y será incapaz de "expresar con coherencia el valor universal y trascendente de la verdad revelada".

Se ha de tener en cuenta además, observa el Papa, que "la negación del ser comporta inevitablemente la pérdida de contacto con la verdad objetiva y, por consiguiente, con el fundamento de la dignidad humana". "Verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente". Creer en la posibilidad de conocer una verdad universalmente válida "no es en modo alguno fuente de intolerancia; al contrario, es una condición necesaria para un diálogo sincero y auténtico entre las personas". En las páginas de conclusión, el Papa retoma algunas de las ideas desarrolladas en el texto y señala que "lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad". "Una de las mayores amenazas en este fin de siglo es la tentación de la desesperación". Y el origen de esa crisis está en el hecho de que se ha perdido la capacidad de pensar a lo grande.



El Comentario del Cardenal Ratzinger Una invitación a volver a pensar.

El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue el encargado de presentar a la prensa internacional la nueva encíclica de Juan Pablo II. Reproducimos a continuación algunos párrafos de su intervención.



El clima cultural y filosófico general niega hoy la capacidad de la razón humana para conocer la verdad. Reduce la racionalidad a ser simplemente instrumental. De este modo, la filosofía pierde su dimensión metafísica, y el modelo de las ciencias humanas y empíricas se convierte en el parámetro y el criterio de la racionalidad.

Una de las consecuencias es que la razón científica no es ya un adversario para la fe, porque ha renunciado a interesarse por las verdades últimas y definitivas de la existencia, limitando su horizonte a los conocimientos parciales y experimentables.

De ese modo, se expulsa del ámbito racional todo lo que no entra en las capacidades de control de la razón científica y, por tanto, se abre objetivamente el camino a una nueva forma de fideísmo. Si el único tipo de "razón" es el de la razón científica, se expropia a la fe de toda forma de racionalidad e inteligibilidad. Por otra parte, si la razón se encuentra en una situación débil, se deriva una visión cultural de hombre y del mundo de carácter relativista y pragmático, donde "todo se reduce a opinión".

El mensaje de la encíclica es una reacción ante esa situación cultural, y vuelve a proponer con fuerza y convicción la capacidad de la razón para conocer a Dios y, de acuerdo con la naturaleza limitada del hombre, las verdades fundamentales de la existencia: la espiritualidad e inmortalidad del alma, la capacidad de hacer el bien y de seguir la ley moral natural, la posibilidad de formular juicios verdaderos, la afirmación de la libertad del hombre, etc. Al mismo tiempo, reafirma que tal capacidad metafísica de la razón es un dato necesario para la fe, de modo que una concepción de fe que pretendiera desarrollarse al margen o en alternativa a la razón sería deficiente incluso como fe.

Es evidente que para sostener la capacidad de la razón para conocer la verdad de Dios, de nosotros mismos y del mundo es necesaria una filosofía que esté en grado de comprender conceptualmente la dimensión metafísica de la realidad. Es necesaria, en definitiva, una filosofía abierta a los interrogantes fundamentales de la existencia.
Diego Contreras

jueves, 11 de junio de 2009

Opción de vida

Los fieles: jerarquía, laicos, vida consagrada

¿Quiénes son los fieles?

871-872

Los fieles son aquellos que, incorporados a Cristo mediante el Bautismo, han sido constituidos miembros del Pueblo de Dios; han sido hecho partícipes, cada uno según su propia condición, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, y son llamados a llevar a cabo la misión confiada por Dios a la Iglesia. Entre ellos hay una verdadera igualdad en su dignidad de hijos de Dios.

¿Cómo está formado el Pueblo de Dios?

873
934

En la Iglesia, por institución divina, hay ministros sagrados, que han recibido el sacramento del Orden y forman la jerarquía de la Iglesia. A los demás fieles se les llama laicos. De unos y otros provienen fieles que se consagran de modo especial a Dios por la profesión de los consejos evangélicos: castidad en el celibato, pobreza y obediencia.

¿Por qué Cristo instituyó la jerarquía eclesiástica?

874-876
935

Cristo instituyó la jerarquía eclesiástica con la misión de apacentar al Pueblo de Dios en su nombre, y para ello le dio autoridad. La jerarquía está formada por los ministros sagrados: obispos, presbíteros y diáconos. Gracias al sacramento del Orden, los obispos y presbíteros actúan, en el ejercicio de su ministerio, en nombre y en la persona de Cristo cabeza; los diáconos sirven al Pueblo de Dios en la diaconía (servicio) de la palabra, de la liturgia y de la caridad.

¿En qué consiste la dimensión colegial del ministerio de la Iglesia?

877

A ejemplo de los doce Apóstoles, elegidos y enviados juntos por Cristo, la unión de los miembros de la jerarquía eclesiástica está al servicio de la comunión de todos los fieles. Cada obispo ejerce su ministerio como miembro del colegio episcopal, en comunión con el Papa, haciéndose partícipe con él de la solicitud por la Iglesia universal. Los sacerdotes ejercen su ministerio en el presbiterio de la Iglesia particular, en comunión con su propio obispo y bajo su guía.

¿Por qué el ministerio eclesial tiene también un carácter personal?

878-879

El ministerio eclesial tiene también un carácter personal, en cuanto que, en virtud del sacramento del Orden, cada uno es responsable ante Cristo, que lo ha llamado personalmente, confiriéndole la misión.

¿Cuál es la misión del Papa?

881-882
936-937

El Papa, Obispo de Roma y sucesor de san Pedro, es el perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad de la Iglesia. Es el Vicario de Cristo, cabeza del colegio de los obispos y pastor de toda la Iglesia, sobre la que tiene, por institución divina, la potestad plena, suprema, inmediata y universal.

¿Cuál es la función del colegio de los obispos?

883-885

El colegio de los obispos, en comunión con el Papa y nunca sin él, ejerce también él la potestad suprema y plena sobre la Iglesia.

¿Cómo ejercen los obispos la misión de enseñar?

886-890
939

Los obispos, en comunión con el Papa, tienen el deber de anunciar a todos el Evangelio, fielmente y con autoridad, como testigos auténticos de la fe apostólica, revestidos de la autoridad de Cristo. Mediante el sentido sobrenatural de la fe, el Pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente a la fe, bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia.

¿Cuándo se ejerce la infalibilidad del Magisterio?

891

La infalibilidad del Magisterio se ejerce cuando el Romano Pontífice, en virtud de su autoridad de Supremo Pastor de la Iglesia, o el colegio de los obispos en comunión con el Papa, sobre todo reunido en un Concilio Ecuménico, proclaman con acto definitivo una doctrina referente a la fe o a la moral; y también cuando el Papa y los obispos, en su Magisterio ordinario, concuerdan en proponer una doctrina como definitiva. Todo fiel debe adherirse a tales enseñanzas con el obsequio de la fe.

¿Cómo ejercen los obispos la misión de santificar?

893

Los obispos ejercen su función de santificar a la Iglesia cuando dispensan la gracia de Cristo, mediante el ministerio de la palabra y de los sacramentos, en particular de la Eucaristía; y también con su oración, su ejemplo y su trabajo.

¿Cómo ejercen los obispos la misión de gobernar?

894-896

Cada obispo, en cuanto miembro del colegio episcopal, ejerce colegialmente la solicitud por todas las Iglesias particulares y por toda la Iglesia, junto con los demás obispos unidos al Papa. El obispo, a quien se ha confiado una Iglesia particular, la gobierna con la autoridad de su sagrada potestad propia, ordinaria e inmediata, ejercida en nombre de Cristo, Buen Pastor, en comunión con toda la Iglesia y bajo la guía del sucesor de Pedro.

¿Cuál es la vocación de los fieles laicos?

897-900
940

Los fieles laicos tienen como vocación propia la de buscar el Reino de Dios, iluminando y ordenando las realidades temporales según Dios. Responden así a la llamada a la santidad y al apostolado, que se dirige a todos los bautizados.

¿Cómo participan los fieles laicos en la misión sacerdotal de Cristo?

901-903

Los laicos participan en la misión sacerdotal de Cristo cuando ofrecen como sacrificio espiritual «agradable a Dios por mediación de Jesucristo» (1 P 2, 5), sobre todo en la Eucaristía, la propia vida con todas las obras, oraciones e iniciativas apostólicas, la vida familiar y el trabajo diario, las molestias de la vida sobrellevadas con paciencia, así como los descansos físicos y consuelos espirituales. De esta manera, también los laicos, dedicados a Cristo y consagrados por el Espíritu Santo, ofrecen a Dios el mundo mismo.

¿Cómo participan los fieles laicos en la misión profética de Cristo?

904-907
942

Los laicos participan en la misión profética de Cristo cuando acogen cada vez mejor en la fe la Palabra de Cristo, y la anuncian al mundo con el testimonio de la vida y de la palabra, mediante la evangelización y la catequesis. Este apostolado «adquiere una eficacia particular porque se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo» (Lumen Gentium 35).

¿Cómo participan los fieles laicos en la misión regia de Cristo?

908-913
943

Los laicos participan en la misión regia de Cristo porque reciben de Él el poder de vencer el pecado en sí mismos y en el mundo, por medio de la abnegación y la santidad de la propia vida. Los laicos ejercen diversos ministerios al servicio de la comunidad, e impregnan de valores morales las actividades temporales del hombre y las instituciones de la sociedad.

¿Qué es la vida consagrada?

914-916
944

La vida consagrada es un estado de vida reconocido por la Iglesia; una respuesta libre a una llamada particular de Cristo, mediante la cual los consagrados se dedican totalmente a Dios y tienden a la perfección de la caridad, bajo la moción del Espíritu Santo. Esta consagración se caracteriza por la práctica de los consejos evangélicos.

¿Qué aporta la vida consagrada a la misión de la Iglesia?

931-933
945

La vida consagrada participa en la misión de la Iglesia mediante una plena entrega a Cristo y a los hermanos, dando testimonio de la esperanza del Reino de los Cielos.

significado del adviento

Adviento

Pregón Navideño

Navidad

Canción de Navidad (José Luis Perales)